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¿QUÉ ES LA POBREZA
La pobreza energética es la incapacidad de un hogar de alcanzar un nivel social y materialmente necesario de servicios domésticos de energía que dificulta que haya una participación efectiva en la sociedad.
Causas
1. El precio de la energía
El hecho de que una familia satisfaga sus necesidades energéticas en su hogar implica un coste monetario que, lamentablemente, no es económico. A esto hay que sumarle el constante aumento del precio de la energía en los últimos años que ha puesto en condiciones de pobreza absoluta y relativa a millones de personas.
2. Los bajos ingresos
Los desempleados, los trabajadores a tiempo parcial y otras personas con características semejantes tienen bajos ingresos, lo que les impide poder afrontar los costes energéticos y brindar bienestar en su hogar.
3. La ineficiencia energética en las viviendas
La ineficiencia energética se produce cuando se utiliza poca o nula cantidad de energía para cubrir las necesidades energéticas en un hogar. También se da cuando en una vivienda cuentan con equipos de calefacción o electrodomésticos que no funcionan bien y es difícil sustituirlos.
Consecuencias
Genera graves consecuencias para el bienestar de las personas, ya que pueden estar expuestas a malas condiciones de habitabilidad como:
- Falta de confort térmico
- Menos renta para otros bienes y servicios, que les lleva a tener que tomar decisiones no deseables (tener que decidir entre pagar la calefacción o la comida, y/o exponerse al riesgo de impago y desconexión por falta de recursos.
- Gran impacto en situaciones básicas como conseguir empleo y son estas las personas que están en riesgo de exclusión social. Esto puede ocasionar dificultades en el ámbito laboral.
Algunos datos sobre la pobreza energética
Soluciones
Según la directora general del GBCe (Green Building Council España), Dolores Huerta, la solución más efectiva y estructural, a largo plazo, para combatir la pobreza energética, es la rehabilitación de edificios. Dentro de esta línea, se plantean cuatro líneas de actuación:
- El bono social.
- La inversión pública en rehabilitación de hogares vulnerables.
- El autoconsumo compartido y la soberanía energética.
- Apoyo a las asociaciones especializadas
Por ejemplo, gracias a Visalia, la Fundación Energía Responsable, anteriormente Fundación Luz Solidaria, ha lanzado su programa de lucha contra la pobreza energética, gratuito para los consumidores vulnerables, a los que además de asesorarlos, les tramitan las ayudas del bono social eléctrico y térmico, defienden sus derechos ante las eléctricas de referencia de la mano de expertos del sector que cooperan como voluntarios de la Fundación y, sobre todo, paralizando cortes de luz, asumiendo incluso el pago de algunas facturas de la luz en los casos más severos.
La energía comunitaria revitaliza la economía local de varias maneras:
- Facilita que los beneficios económicos y sociales de las instalaciones renovables se queden en los territorios.
- Crea empleos.
- Disminuye las facturas eléctricas.
- Aumenta la independencia energética frente al oligopolio.
- Reduce el consumo energético.
Para que todo esto sea posible, aparece en el escenario legislativo un elemento clave: las Comunidades Energéticas.
- Entre los beneficios de las comunidades energéticas se incluye la disminución de la factura eléctrica para la ciudadanía, PYMES y administraciones. En las zonas rurales se abren grandes oportunidades con el aprovechamiento de la fotovoltaica cuando sea posible, y en las ciudades los diferentes perfiles de consumo entre las pymes y las zonas residenciales se complementan mejorando de esta forma el rendimiento económico, energético y el porcentaje de autoconsumo de la instalación.
- Dentro de las comunidades energéticas se quieren potenciar las comunidades de vecinos como núcleos urbanos de generación de energía verde ya que es la figura más realista y eficaz para producir energía en las ciudades.
- Las comunidades energéticas como cooperativas de barrios y pueblos son clave por su valor en la creación de empleo y tecnología renovable. Pero, más importante aún, las comunidades energéticas, y en concreto las comunidades de vecinos son también relevantes por el fomento de comunidades resilientes a partir del refuerzo del tejido social, la creación de colectividad y empoderamiento ciudadano, así como de democratización del sistema energético. Es fundamental contextualizar el desarrollo del autoconsumo como paso previo y necesario al de las Comunidades Energéticas, y como sistema de complementación a estas.
- El empoderamiento energético de la ciudadanía conlleva la integración de los diversos actores participantes, empresas, entidades, administraciones, etc. Los proyectos energéticos son iniciadores o semilla de otros muchos, como por ejemplo aquellos relacionados con la soberanía alimentaria, la economía circular o la cultura con perspectiva ecosocial, y generan un efecto multiplicador, que va mucho más allá del ámbito energético.
- Actuar frente a la emergencia climática de forma equitativa para que todas las actuaciones constituyan una oportunidad para luchar contra la pobreza energética, disminuir las emisiones, incidir en la participación de las mujeres como vectores del cambio que la sociedad requiere ante la crisis ecológica, y todo esto al mismo tiempo que se refuerza el tejido productivo local, hace de las diferentes opciones de gestión comunitaria de la energía, una de las herramientas más esperanzadoras de transformación social.
El 80 % de la energía que compramos procede de Arabia Saudí, Argelia, Nigeria, México, Libia o Rusia. El acaparamiento de estos recursos está inextricablemente ligado a la violencia, las guerras y los abusos que sufre la población estos países, donde los derivados de la venta de estos combustibles sostienen regímenes donde las minorías étnicas, las mujeres, la comunidad LGTB+, o las personas que no rinden culto y sumisión a la doctrina mayoritaria son perseguidas y castigadas. La energía también está detrás de las migraciones y de las muertes en el Estrecho.
Cada vez que nos subimos a un autobús o arrancamos el motor del coche, uno de cada 10 litros del carburante viene de Arabia Saudí.
En 2050 más del 75 % de la población mundial habitará en ciudades. Debemos establecer unos indicadores para el desarrollo urbano que fomenten la equidad social en un entorno saludable en materia alojamiento, transporte y alimentación.
En 2050 millones de personas vivirán en suburbios y zonas marginales, de forma insalubre y pobre, afectadas por el cambio climático, pandemias y desajustes laborales por las nuevas tecnologías. Ello obliga a tomar medidas adecuadas para tratar de corregir el drama actual y venidero, buscando soluciones basadas en la naturaleza.